lunes, 13 de abril de 2009

AQUELLA GUARDIA DE “EL GUTI”

¡Alto quien va! Se oyó gritar desde la garita, rompiendo el silencio de la noche.
Por respuesta, solo se escuchó, el viento que azotaba aquella madrugada invernal de principios de los ochenta.
El soldado volvió a repetir ¡alto quien va!, mientras calaba el machete en la bocacha, y montaba su arma. El sonido metálico de la palanca de montar, haciendo que el cartucho ocupara su lugar en la recámara, retumbó en la oscuridad.
Estaba convencido, tres sombras, tres siluetas humanas se movían con sigilo, entre cañones y vehículos aparcados.
A pesar del frío, el sudor le caía por la mejilla, y notaba como el uniforme totalmente empapado, se le pegaba al cuerpo. Nunca se había parado a imaginar, cómo reaccionaría en un momento como aquel. Sabía la consigna, ¡si no hay respuesta! ¡disparar!. Pero no era lo mismo decirlo, que hacerlo.
La voz no le salía del cuerpo, y haciendo un gran esfuerzo, preguntó por tercera vez ¡Alto quien va, o disparo!
La zona se encontraba a oscuras como boca de lobo, la noche era cerrada, y tanto la luna como las estrellas, estaban ocultas por unas inmensas nubes que amenazaban agua.
Las tres figuras fantasmagóricas, se iban acercando, mientras una de ellas gritó: ¡Baja el arma muchacho, soy el sargento de guardia!
A mí con trolas, pensó el centinela sin dejar de apuntar: ¡Santo y Seña!
Una voz salió de la nada: “Casimiro Castellón”. ¡Contraseña!
El soldado en la garita, con el susto se había quedado en blanco, y guardaba silencio, intentando recordar la maldita contraseña.
Ahora era el supuesto sargento, el que se volvía a protegerse detrás de un gran árbol, mientras repetía: He dicho ¡contraseña!.
Cangrejo, castillo, camaleón, sabía que empezaba por Ca, pero ¿cuál era la dichosa palabra?.
- ¿Quieres decirlo ya, cateto? Le apresuraba el sargento, cada vez más irritado.
- Ezo é ¡Cateto! mi zagento, cateto, cateto, vociferaba aliviado, pensando que el suboficial le había echado una mano.
- ¡Cateto, es lo que tu eres, pedazo de alcornoque!, le contestó el segundo jefe de la guardia, mientras unas risitas incontroladas, se escuchaban a la espalda de este. Era la Patrulla, que acompañaba al sargento en su ronda, y se descojonaban ante la surrealista escena.
El artillero guardián, ya no pensaba en el posible enemigo, su mente solo calculaba los días que pasaría arrestado en prevención, si no recordaba en unos segundos, la dichosa contraseña.
En ese momento, se acordó de que la escribió con bolígrafo en su mano, poco antes de salir del Cuerpo de Guardia camino de la garita, costumbre muy usual, pero poco inteligente. Nervioso soltó el fusil, encendió un mechero, y se dispuso a leerla alumbrando la palma de su mano.
¡Imposible!, solo se apreciaba una extensa mancha azul de tinta. El sudor de los nervios vividos anteriormente, habían borrado la escritura.
- ¡Apaga el cigarro imbécil! Le gritaron desde abajo, creyendo que el fuego del mechero era el de una colilla.
Lo que me faltaba, pensó, ahora creen que estoy fumando. Mañana no hay quien me libre del calabozo.
En ese instante, recordó lo que acababa de decir: calabozo, y la palabra buscada era calabaza.
- “CALABAZA”, la contraseña es “CALABAZA”, mi zagento, gritaba desesperado.
Los tres visitantes se acercaron a la garita, el suboficial con un mosqueo impresionante, el cabo y el soldado que le acompañaban, se miraban sin poder contener su risa.
- “Asusórdenes” mi zagento, sin novedá en el puesto, to tranquilo.
- ¡Tranquilo!, después del rato que me has dado, te voy a dar yo tranquilidad, pero para unos meses entre rejas, contestó este alumbrando con curiosidad con su linterna, la cara del centinela.
- ¡Cojones Gutiérrez!, exclamó. A ver si estamos en lo que tenemos que estar, y no pensando en el fin de semana, que aún estamos a miércoles. Espabila chaval, ¡que llevas ya mucha mili, para seguir comportándote como un recluta!.
Gutiérrez, agachó la cabeza. Era cierto, a pesar del tiempo de servicio que llevaba, aún era objetivo de las bromas de los veteranos. Su carácter noble y bonachón daba pie a ello, en un mundo donde el que se dormía, era devorado por su propia especie. En su pueblo no ocurría eso, y aún no se había acostumbrado a sobrevivir a la vida cuartelera.
Solo acertó a preguntar:
- ¿Me va uzté arrestá, mi zagento?
Este conocedor de que se trataba de un buen chico, algo brutote y despistado, pero trabajador, le contestó:
- Por esta vez, te vas a librar, pero quiero que me escribas mil veces, antes del viernes, “CASIMIRO, CASTELLON, CALABAZA”, sino ya le puedes ir diciendo a tu novia, que se busque a otro cateto, que la entretenga este sábado y domingo.
- “Asusórdenes” mi zagento, muchas grasias, contestó Gutiérrez agradecido, mientras aquel se alejaba de la garita, seguido de cerca por la patrulla, que no dejaban de reír.
Cuando de nuevo acudió la calma, el silencio, la oscuridad, y se volvió a sentir solo en aquella alejada garita, el muchacho, sonrió satisfecho, y no pensaba en el cachondeo que le esperaba, cuando la patrulla contara lo ocurrido al resto de la guardia, cuando los “abuelos” le dieran collejas por ser tan reclutón, cuando al día siguiente, le llovieran los gorrazos al llegar a la Batería. Solo acertaba a pensar, ¡Qué güeno es er zagento!
Y es que “El Guti”, era así.
¡ERAN OTROS TIEMPOS!

Antonio Lozano Herrera

1 comentario:

  1. Fue un año de mili con muchas esperiencias gracias a ti Antonio Lozano aprendi muchas cosas fueron cosas que en la vida me fue puliendo y me hicieron el hombre que soy ahora me traen muchos recuerdos de ese año, malas y buenas amigo lozano algunas veces recuerdos a mis compañeros mis compañeros diarios que cuando nos poniamos de maniobra al campo de doña maria funcionabamos como una maquinaria cada pieza sabia su funcion y eramos sincronicos por que si una fallaba en un suponer en guerra costaria muchas vidas, la vida de muchos artilleros , la verdad que teniamos un grupo que se conjeniaba bien a la hora de preparar las baterias y de ponerlas en posicion cada vez se tardaba menos tiempo en hacerlo eso creo yo aunque eso quien lo sabe mejor es mi amigo Antonio Lozano verdad que es amigo mio fue compañero y mi mando de topografia y me enseño cosas de topografia de furrileria y como cabo primero que si al entrar en el cuartel ni podia imajinar que yo podia hacer esas cosas fue un orgullo ser artillero de la cuarta bateria del raca 14.

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