
Cuenta una leyenda cuartelera, que hubo una vez un loro en el RACA 14 llamado Chano. Se rumorea que un artillero canario en uno de sus permisos se lo trajo de las islas, y se lo regaló al por entonces brigada Acemel. ¿Será Acemel también otra leyenda cuartelera?
Este lo guardaba en la furrielería de su batería, por entonces la 8ª, y el loro empezó a palidecer de tristeza, las plumas comenzaron a caérsele, y apenas si comía, pues estaba acostumbrado al sol de Canarias, por lo que veterano brigada, ordenó con permiso de la autoridad, construir una preciosa jaula, justo a la entrada del edificio del IIº Grupo.
El nuevo habitáculo del animal, era soleado, alegre, y daba a un precioso patio. Más tarde supo, que ese lugar, era el Acuartelamiento Daoiz y Velarde (hoy desaparecido).
Desde aquel día Chano, comenzó a cantar, a saltar de un palo a otro de la jaula, se le abrió el apetito, sus plumas comenzaron de nuevo a brillar, y contempló como una fauna humana vestida con el mismo uniforme, se sentaban en los bancos que habían muy cerca, o paseaba junto a él, dándole pipas, cacahuetes, alguna fruta (la que más le gustaba era la manzana), y otras chucherías.
El brigada nombró a un soldado para cuidar al loro, pues este se hacía querer, y alegraba el patio.
Por esa razón su jaula siempre permanecía limpia como los “chorros del oro”, no le faltaba el agua fresquita, y en ocasiones, se veía al soldado llegar a la cocina con una bandeja metálica, pidiendo comida para el loro. Al momento el ranchero, corría y le preparaba un manjar de pollo con arroz o lentejas ¡para chuparse los dedos! Pues era lo que a Chano le gustaba más.
Pronto aprendió que aquellos seres, se llamaban todos igual “artilleros”, y que les unía un vocabulario común, que muy pronto el intentó imitar, con sus clásicos sonidos guturales.
Medía unos treinta centímetros, y no llegaba al medio kilo de peso. Su color era gris, con una especie de antifaz blanco, al igual que su pechera. Su cola como era negra y roja, colores típicamente artilleros.
Aunque se afirmaba que era de origen africano, se afanaba cada día por aprender el idioma español, cosa que consiguió gracias a la ayuda de algunos maestros soldados, sin necesidad de asistir a las clases de “extensión cultural”.
Cuando alguien se acercaba a la jaula, ya sabía si era de fiar o no, y si no lo era, se llevaba un buen picotazo con aquel pico negro curvo parecido a un gancho, acompañado de un “hijo puta”. Aunque la variedad de insultos era grande.
Unos le llamaban cotorra, otro cacatúa, otros guacamayo, y el respondía: i Soy un loro, coño!Cuando el “turuta” de guardia, salía al patio a tocar la corneta, el memorizaba los toques, por lo que era habitual escuchar al loro tocando diana, unos minutos antes que el propio corneta, o cuando llegaba la hora de comer tocaba fajina, y más tarde paseo, así hasta retreta y silencio. Era como si tuviese un reloj.
Era un verdadero espectáculo escucharlo. Los viernes cuando había desfile y Acto a los Caídos, solía confundir a la tropa tocando sobre el hombro, o presenten armas. En ocasiones la formación se encontraba en posición de firmes, ante la revista de un general, y Chano tocaba descanso, adoptando los soldados dicha posición, ante la mirada atónita del Coronel que ordenaba que lo metieran dentro de la Batería arrestado. ¡Cuántos arrestos habrá en su larga hoja de servicio!
Eran muchas las ocasiones, en que al paso del jefe de la Unidad se escuchaba “RECLUTA”.
Tocaba firmes, descanso, sobre el hombro, presenten, no se le resistía ningún toque, aunque también sabía decirlo de palabra. Era una maravilla, aunque para muchos se trataba más de una pesadilla, cada vez que tenían que pasar junto a el.
Se entretenía en tocar LLAMADA A RETEN a media tarde, y los soldados de servicio, corrían desde la cantina, o desde donde se encontrasen a formar en medio del Patio de Armas. Unos minutos después acudía el oficial y suboficial de Reten preguntando al corneta de guardia ¡quien coño le había ordenado tocar reten sin su permiso! Este contestaba que el no había sido, y todos los ojos iban directo a mi pobre amigo Chano, que pasaba de nuevo a estar arrestado. Pero el era así de travieso aunque los arrestos se le acumulaban.
El brigada ascendió, y la 8ªbatería desapareció, siendo destinado el loro, a la misma unidad que su “dueño” el subteniente Acemel, y esta fue, la recién creada Batería de Servicios del IIº Grupo.
Muchos día, se observaba a Chano algo raro, pero los que lo conocían sabían lo que le pasaba, simplemente se había pasado con el calimocho, o con el vinillo que le daba de su propia boca, el Cabo 1º Galloso. Era buen bebedor, y aficonado a las buenas cogorzas, peas o borracheras, pero como buen artillero, nunca lo hacía estando de servicio.
Entre sus mejores amigos contaba con el mencionado Galloso, que lo protegía y le metía “un puro” a todo aquel que intentara “putearlo”, también Iranzo, Carlos Arribas y ¡como no! mi buen amigo Melchor.
Muchos fueron los encargados de la custodia del loro, pero creo que ninguno como el furri de los furris, el inigualable Manolo Ramos Iranzo.
Chano era especial, pues no solo imitaba la jerga cuartelera de los artilleros, sino que tocaba la trompeta, haciéndole la competencia al propio Louis Armstrong.
Dicen que los loros repiten lo que oyen sin saber su significado, yo lo dudo después de haber conocido a Chano. También aseguran los libros, que no tienen memoria, ¡que se lo digan a más de uno, si se le olvidaba su careto, cada vez que pasaba frente a él, y le llamaba cabrón, por haberle negado un puñado de pipas hacía ya varios días!
El sabía lo que decía, y después de reengancharse varias veces en la mili, y de demostrar su inteligencia llegó el solemne día de su ascenso a Cabo 1º.
Fue la víspera de Santa Bárbara del 82. Se preparó el acto para que estuviese lleno de solemnidad, y con todos los honores y con su batería de Servicios formada, con sus mandos al frente y en posición de firmes, se le impuso el galón de Cabo 1º, en forma de collarín. Acto seguido se leyó la orden, haciéndose mención de la fecha de su ascenso. Después vino la celebración con la correspondiente borrachera de veterano Cabo 1º Chano.
Todas las historias tienen un final, pero esta la voy a dejar abierta para todo aquel, que desee aportar algún dato más sobre Chano, pueda hacerlo.
Dicen que los loros son longevos, que viven muchos años. Acabo de leer, que el loro de Winston Churchill, ha sido hallado con vida con 104 años, y que todavía sigue lanzando insultos y obscenidades contra Hitler y los nazis. ¿Alguien recuerda que pasó con Chano? ¿murió?, ¿fue robado?, ¿desapareció?, o ¡simplemente no existió, y solo es producto de nuestra imaginación!.
Sería un sueño maravilloso, que después de tantos años, apareciera Chano con su brillante galón de Cabo 1º, tocando RETRETA, mandando FIRMES ¡AR!, y llamándonos RECLUTA.
Espero vuestros comentarios, para demostrar que mi amigo Chano, aquel charlatán loro gris, mascota de todo un Regimiento de Artillería, que conocí el verano del 79, no fue una leyenda cuartelera.
Este lo guardaba en la furrielería de su batería, por entonces la 8ª, y el loro empezó a palidecer de tristeza, las plumas comenzaron a caérsele, y apenas si comía, pues estaba acostumbrado al sol de Canarias, por lo que veterano brigada, ordenó con permiso de la autoridad, construir una preciosa jaula, justo a la entrada del edificio del IIº Grupo.
El nuevo habitáculo del animal, era soleado, alegre, y daba a un precioso patio. Más tarde supo, que ese lugar, era el Acuartelamiento Daoiz y Velarde (hoy desaparecido).
Desde aquel día Chano, comenzó a cantar, a saltar de un palo a otro de la jaula, se le abrió el apetito, sus plumas comenzaron de nuevo a brillar, y contempló como una fauna humana vestida con el mismo uniforme, se sentaban en los bancos que habían muy cerca, o paseaba junto a él, dándole pipas, cacahuetes, alguna fruta (la que más le gustaba era la manzana), y otras chucherías.
El brigada nombró a un soldado para cuidar al loro, pues este se hacía querer, y alegraba el patio.
Por esa razón su jaula siempre permanecía limpia como los “chorros del oro”, no le faltaba el agua fresquita, y en ocasiones, se veía al soldado llegar a la cocina con una bandeja metálica, pidiendo comida para el loro. Al momento el ranchero, corría y le preparaba un manjar de pollo con arroz o lentejas ¡para chuparse los dedos! Pues era lo que a Chano le gustaba más.
Pronto aprendió que aquellos seres, se llamaban todos igual “artilleros”, y que les unía un vocabulario común, que muy pronto el intentó imitar, con sus clásicos sonidos guturales.
Medía unos treinta centímetros, y no llegaba al medio kilo de peso. Su color era gris, con una especie de antifaz blanco, al igual que su pechera. Su cola como era negra y roja, colores típicamente artilleros.
Aunque se afirmaba que era de origen africano, se afanaba cada día por aprender el idioma español, cosa que consiguió gracias a la ayuda de algunos maestros soldados, sin necesidad de asistir a las clases de “extensión cultural”.
Cuando alguien se acercaba a la jaula, ya sabía si era de fiar o no, y si no lo era, se llevaba un buen picotazo con aquel pico negro curvo parecido a un gancho, acompañado de un “hijo puta”. Aunque la variedad de insultos era grande.
Unos le llamaban cotorra, otro cacatúa, otros guacamayo, y el respondía: i Soy un loro, coño!Cuando el “turuta” de guardia, salía al patio a tocar la corneta, el memorizaba los toques, por lo que era habitual escuchar al loro tocando diana, unos minutos antes que el propio corneta, o cuando llegaba la hora de comer tocaba fajina, y más tarde paseo, así hasta retreta y silencio. Era como si tuviese un reloj.
Era un verdadero espectáculo escucharlo. Los viernes cuando había desfile y Acto a los Caídos, solía confundir a la tropa tocando sobre el hombro, o presenten armas. En ocasiones la formación se encontraba en posición de firmes, ante la revista de un general, y Chano tocaba descanso, adoptando los soldados dicha posición, ante la mirada atónita del Coronel que ordenaba que lo metieran dentro de la Batería arrestado. ¡Cuántos arrestos habrá en su larga hoja de servicio!
Eran muchas las ocasiones, en que al paso del jefe de la Unidad se escuchaba “RECLUTA”.
Tocaba firmes, descanso, sobre el hombro, presenten, no se le resistía ningún toque, aunque también sabía decirlo de palabra. Era una maravilla, aunque para muchos se trataba más de una pesadilla, cada vez que tenían que pasar junto a el.
Se entretenía en tocar LLAMADA A RETEN a media tarde, y los soldados de servicio, corrían desde la cantina, o desde donde se encontrasen a formar en medio del Patio de Armas. Unos minutos después acudía el oficial y suboficial de Reten preguntando al corneta de guardia ¡quien coño le había ordenado tocar reten sin su permiso! Este contestaba que el no había sido, y todos los ojos iban directo a mi pobre amigo Chano, que pasaba de nuevo a estar arrestado. Pero el era así de travieso aunque los arrestos se le acumulaban.
El brigada ascendió, y la 8ªbatería desapareció, siendo destinado el loro, a la misma unidad que su “dueño” el subteniente Acemel, y esta fue, la recién creada Batería de Servicios del IIº Grupo.
Muchos día, se observaba a Chano algo raro, pero los que lo conocían sabían lo que le pasaba, simplemente se había pasado con el calimocho, o con el vinillo que le daba de su propia boca, el Cabo 1º Galloso. Era buen bebedor, y aficonado a las buenas cogorzas, peas o borracheras, pero como buen artillero, nunca lo hacía estando de servicio.
Entre sus mejores amigos contaba con el mencionado Galloso, que lo protegía y le metía “un puro” a todo aquel que intentara “putearlo”, también Iranzo, Carlos Arribas y ¡como no! mi buen amigo Melchor.
Muchos fueron los encargados de la custodia del loro, pero creo que ninguno como el furri de los furris, el inigualable Manolo Ramos Iranzo.
Chano era especial, pues no solo imitaba la jerga cuartelera de los artilleros, sino que tocaba la trompeta, haciéndole la competencia al propio Louis Armstrong.
Dicen que los loros repiten lo que oyen sin saber su significado, yo lo dudo después de haber conocido a Chano. También aseguran los libros, que no tienen memoria, ¡que se lo digan a más de uno, si se le olvidaba su careto, cada vez que pasaba frente a él, y le llamaba cabrón, por haberle negado un puñado de pipas hacía ya varios días!
El sabía lo que decía, y después de reengancharse varias veces en la mili, y de demostrar su inteligencia llegó el solemne día de su ascenso a Cabo 1º.
Fue la víspera de Santa Bárbara del 82. Se preparó el acto para que estuviese lleno de solemnidad, y con todos los honores y con su batería de Servicios formada, con sus mandos al frente y en posición de firmes, se le impuso el galón de Cabo 1º, en forma de collarín. Acto seguido se leyó la orden, haciéndose mención de la fecha de su ascenso. Después vino la celebración con la correspondiente borrachera de veterano Cabo 1º Chano.
Todas las historias tienen un final, pero esta la voy a dejar abierta para todo aquel, que desee aportar algún dato más sobre Chano, pueda hacerlo.
Dicen que los loros son longevos, que viven muchos años. Acabo de leer, que el loro de Winston Churchill, ha sido hallado con vida con 104 años, y que todavía sigue lanzando insultos y obscenidades contra Hitler y los nazis. ¿Alguien recuerda que pasó con Chano? ¿murió?, ¿fue robado?, ¿desapareció?, o ¡simplemente no existió, y solo es producto de nuestra imaginación!.
Sería un sueño maravilloso, que después de tantos años, apareciera Chano con su brillante galón de Cabo 1º, tocando RETRETA, mandando FIRMES ¡AR!, y llamándonos RECLUTA.
Espero vuestros comentarios, para demostrar que mi amigo Chano, aquel charlatán loro gris, mascota de todo un Regimiento de Artillería, que conocí el verano del 79, no fue una leyenda cuartelera.
Dedicado a todos mis artilleros.
Subteniente:
Subteniente:
Antonio Lozano Herrera
Yo forme ese dia, lo estuve comentano el otro dia me parece que fue con vicente o portillo, lo del "picotazo" que le dio al teniente que le queria poner los galones,cogio un cabreo de la hostia y le echo una mirada al "chano"...Yo que me pedone el teniente si aparece pero me dije para mi!jodete¡ por listo ya que creo se lo advirtio uno de los furrieles,que tuviera cuidado que era muy "mosqueon" con quien no conocia, no se si era tarrega o ronquillo, pero insistio en ponersela el y...paso lo que paso. un fuerte saludo a todos.
ResponderEliminarPSITTACUS (Papagayos)
ResponderEliminarPertenece a este género una de las especies de Sitácidos más famosa del mundo, el Papagayo africano o yaco, de África occidental, denominado también Papagayo gris. Mide entre treinta y cuarenta centímetros y tiene un hermoso, aunque no llamativo, colorido.
Pero las cualidades que lo han hecho famoso son, sobre todo, su gran inteligencia, su docilidad y rápida adaptación, y lo pronto que aprenden a hablar. En tiempos de griegos y romanos se le conocía y apreciaba, y son muchos los escritores que nos hablan de él. Tiene, además, la capacidad de unir palabras y adaptarlas a las situaciones convenientes: esto atestigua su inteligencia poco frecuente.
A todo ello hay que añadir que los Papagayos africanos son fuertes, vivaces, mansos y fácilmente amaestrables. Se encariñan mucho con el dueño, y por todo esto constituyen uno de los volátiles más buscados.
Tienen una larga vida, siempre y cuando se les cuide bien, y llegan a alcanzar los cien años.
Tomado de un libro sobre loros y papagayos
Esta era la raza del Chano y del mío.
Cte. Fernando Barón