
El subteniente Lozano fuera de su habitat natural. No era hombre de cómodos sillones y elegantes despachos, ni de ventiladores en verano y calefacción en invierno, rodeado de ordenadores e impresoras. Muy al contrario, siempre luchó por encontrar su lugar, donde su uniforme se confundiera con la naturaleza, muy cerca siempre de la mochila, el casco y el fusil, rodeado de su tropa. Decía que para papeleos ya estaban los funcionarios, y el era militar. Pero hay personas, que solo son felices, haciendo infelices a los demás. ¡Que le vamos a hacer!