Hoy me he sentido afortunado, gracias amigo, compañero y profesor Antonio Sosa Benítez, por tu comentario en nuestro blog artillero, en el apartado que un día te dediqué, pues ha sido el mejor regalo que sus majestades los Reyes Magos, me podían dejar este año.
Te podría haber contestado con otro comentario, pero tú te mereces un capítulo entero maestro. No tienes nada que agradecerme, muy al contrario, somos aquellos que tanto aprendimos de ti, de tu enorme corazón, de tu compañerismo, y de ese humor que siempre te acompañaba, los que tenemos que sentirnos agradecidos, por contar con tu valiosa e impagable amistad.
Si hay algo bonito en esta vida, es sentirse orgulloso de algunos amigos. Y ese es mi caso contigo. El hecho de que tu afirmes públicamente que me consideras amigo, ya es para mí todo un honor querido Antonio.
Te aseguro, que lo que escribí referente a ti, lo hice con el alma, con el corazón, y después de publicarlo, sentí un vacío, por no poder haber encontrado las palabras adecuadas para definirte. ¡Pero es tan difícil, explicar quién es en realidad, D. Antonio Sosa Benítez!
Para los que no te conocen, que no saben lo que se han perdido, les diré que eres toda una institución dentro del RACA 14, y sin necesidad de lucir las bombetas artilleras, has demostrado durante tu época en activo, y seguro que aun lo sientes, que eres más artillero que muchos que presumimos a diario de serlo.
Aquel II Grupo del 14 artillero, como bien dices, era una piña, un equipo de personas y material, verdaderos profesionales de la milicia, donde cada uno sabía su sitio. Éramos una máquina perfectamente engranada, para funcionar a la perfección, como así lo demostramos en numerosas salidas a maniobras, por muchos campos de ESPAÑA. Y eso en gran parte te lo debemos a ti, a tu trabajo, a tus ánimos. Eras un maestro desmontando y engrasando cierres de pieza, además de fusiles, lanzagranadas, ametralladoras, no había armamento que se te resistiera. Siempre me pregunté, como nunca te sobraban tuercas y tornillos, a la hora de volverlos a montar. Recuerdo cuando homogeneizábamos los goniómetros, los ratos con mis compañeros antiguos de los que siempre he aprendido, como Francisco Caballero, Javier Romero Peña, Diego Díaz, Damas, Navarro, Solís, y tantos otros.
Como bien dices, existían aquellos mandos, que hacían posible que el Grupo llegara a ser lo que fue. Algunos no dudan en dar la cara, y aportar datos y anécdotas para engrandecer este blog, otros por desgracia, y cuya actitud respeto, aunque no comparto, optan por permanecer en el anonimato, aun a pesar de insistirles, para que comenten y aporten datos, manteniéndose al margen, a pesar de lo mucho que con sus conocimientos y vivencias, podrían ofrecer a este blog.
Es cierto que vivimos muchas satisfacciones, y en nuestra mente existen innumerables historias para contar. ¡Qué gran razón tienes, cuando aseguras que fue una suerte contar con el Comandante Barón (hoy coronel retirado), pues con el paso de los años, se da uno cuenta de la huella que dejan algunas personas, aunque el tiempo compartido con él, fuese solo de cuatro años. Ha demostrado que sigue siendo un señor, tanto en sus comentarios públicos, como en los correos privados que de él recibo. ¡Y pensar que cuando se acercaba por los hangares, siendo yo un sargento novatillo, me echaba a temblar! Lo recuerdo con sus pantalones de paseo, su chupita de faena color garbanzo, y su gorro cuartelero, llamado de barco. Por descontado que era, el que más sabía de artillería del Regimiento, pero como digo siempre, la vida no es justa, y la prueba es que hubiese sido un gran General. ¡Cosas de política!
Bueno Antonio, ahora voy a dirigirme directamente a ti, para decirte que aunque te encuentres mal, aunque estés enganchado a una máquina que te hace funcionar, cuando siempre has sido tú, el que las has hecho funcionar a ellas, cuando no te encuentras bien emocionalmente, es cuando quiero ver aquel brigada que conocí en el 79, aquel compañero que me insuflaba ánimo, confianza, y amor por el trabajo. El que me enseñó a luchar, a reír, a saborear la verdadera amistad y compañerismo. Quiero recordar a aquel amigo que con sus chistes, bromas y coplas, mantenía unido a todo un Grupo de Artillería, además de hacernos más amenas las tertulias, en las frías noches de maniobras o instrucción nocturna.
Por supuesto que Santa Bárbara te ayudará a encontrar ese riñón que necesitas, ¿cómo se iba a olvidar de ti, aquella que siempre ha estado a tu lado durante tantos años, la que ha escuchado tus rezos cada 4 de diciembre, nuestra excelsa Patrona? Siempre estará contigo, muy cerca de ti dándote amparo, y doy por hecho que la recuperación será pronta.
Y volverás a reír, y a contagiarnos con tu ilusión por la vida. No te quepa duda, que en cuanto pueda, te busco para darte ese abrazo que tanto anhelo. ¡Ánimo campeón!
Gracias maestro, ¡que orgulloso me siento de tenerte como amigo!.
PD. A los posibles altos mandos que puedan leer este blog, les diré, que el Ejército, la Artillería, y el Regimiento de Artillería de Campaña nº 14, tienen una gran deuda contigo. Por ello, acogiéndome a nuestra particular “Memoria Histórica Militar”, sigo solicitando, que se le imponga tu nombre, a alguna calle, plazoleta, taller, o edificio de El Copero. Espero que muchos de los que te conocen, y sabedores de tu gran labor, se hagan eco de mi petición.