Fue todo un honor, abrazar a aquellos que después de (en la mayoría de los casos) treinta años, siguen presumiendo de haber sido artilleros, y llevan la artillería y el Ejército en el corazón, desde muy distintos y lejanos rincones de España.
Vosotros sois los que presumís en vuestros pueblos de haber servido a la patria, y sobre todo con el orgullo de haberlo hecho, en uno de los Acuartelamientos con más renombre, categoría, y fama de la Artillería Española “El Daoiz y Velarde”.¡casi ná!
Estuve con vosotros el sábado, y puedo decir, que sentí un cúmulo de sensaciones difícil de explicar, una envidia sana, al veros con vuestras camisetas conmemorativas del evento, en la que aparecía el escudo de nuestra Unidad, y en el dorso una preciosa Pieza Autopropulsada.
Me enseñasteis, que después de tres décadas se puede tener la misma ilusión, y el mismo compañerismo que cuando las pasabais “canutas” durante vuestro Servicio Militar en la Avda. de Jerez, agobiados por las guardias, retenes, imaginarias, cuarteleros, maniobras, y arrestos que no sabéis como os caían, pero que eran constantes. Luego en los ratos libres, os reuníais como hoy en la Cantina, y contabais las mismas batallitas, que en estos momentos os escucho relatar. Entonces lo hacíais dolidos por el cansancio de los constantes servicios, las “injusticias” por los numerosos arrestos sin sentidos, y la ira y el enfado os hacía desahogaros criticando a tal o cual mando.
Hoy contáis las mismas anécdotas, pero en ellas ya no existe el rencor, el dolor, el resentimiento, sino que van acompañadas de risas, de recuerdos agradables, de situaciones absurdas, que a pesar de ser duras en aquella lejana época, en la actualidad daríais media vida por volver a repetir.
Porque en el fondo sabéis, que todos aquellos malos momentos, han servido para hacéros fuertes, para llegar a ser los hombres honrados que hoy podéis presumir de ser, y lo que es más importante, para reforzar el compañerismo que ya existía en el pasado, y que ahora sirve para que cada año, os volváis a reunir de nuevo, con el único afán de abrazaros, y reíros de aquello tan doloroso e ingrato como era el Servicio Militar, pero que después de tanto tiempo os gusta recordar y os mantiene unidos.
El domingo un problema (que la mayoría conocéis), me impidió estar con vosotros, pero me enteré que intentasteis despediros de vuestro RACA 14 y GAAAL 2, sin conseguirlo. La maldita burocracia en forma de vigilante os lo impidió. Puede que sea mejor, que no lo veáis de nuevo como venimos haciendo cada cierto tiempo los que vivimos aquí, porque sería muy doloroso contemplarlo, en el estado de abandono y dejadez actual. Por eso quisiera que los recordarais como en aquella época en la que el patio lucía con sus frondosos naranjos, cuando los bancos forjados, rejas, y majestuosas lámparas aun estaban. Cuando las vidrieras de infinitos colores daban luz al lugar, cuando los edificios de las Batería, se alzaban esbeltos y adornados. Cuando la cantina seguía activa y alegre, gracias a ese matrimonio sin igual llamado Paco y Nieves, cuando la gimnasia se hacía en el antiguo Picadero, cuando orábamos en nuestra Capilla, cuando las piezas artilleras, y vehículos, abarrotaban los inmensos hangares. En definitiva, cuando estaba vivo.
El lunes 16 como un rayo, fui a despedirme junto a mi esposa, de los que aun permanecíais aquí, y solo encontré a Agustín Grimaldos, Manolo Ramos Iranzo, Melchor de la Viña, José Luis Galloso y pasamos un buen rato juntos. Después de alguna cervecilla, compartimos una sabrosa paella valenciana en casa de Galloso que gustosamente nos invitó. La paella ¡cómo no! preparada por el gran maestro en temas arroceros Agustín Grimaldos. ¡Lo siento Carlos Alguiñano, pero eres un aprendiz al lado de mi amigo!
Bueno no quisiera alargarme más, pero tampoco omitir el papel fundamental que tuvieron nuestras esposas en tan entrañable reunión. Quisiera felicitarlas a todas. Ellas saben lo que sienten sus maridos, conocen aquello que les une, comparten el mismo amor por nuestra artillería que nosotros, y después de cuatro reuniones anuales, quieren a nuestros cañones cruzados y nuestras bombetas doradas, como lo hacemos nosotros. Ellas disfrutan viendo a sus maridos cantar, reír, abrazarse, hablar de aquel tiempo que ya se fue, pero que queda en la memoria. Sin ellas este singular evento, no sería posible, Por eso desde estas líneas, quisiera darle las gracias a todas por su asistencia y por su paciencia oyendo batallitas cuarteleras, y al igual que decirle a mis queridos antiguos y veteranos artilleros, que el año próximo (DM), nos vemos en Zaragoza.
Un abrazo para todos, de vuestro antiguo sargento gruñón y amigo incondicional: Antonio Lozano Herrera.
PD. Los nombres de los asistentes y de sus señoras, los pondré más adelante,
DE PIE: ACOSTA, ALFAGEME, HONTALVILLA, CARPIO, LOZANO, ARIZA, SERRANO, Y MOLINA,
AGACHADO: PALENCIA MIRALLES,
SENTADO: RAMOS IRANZO
RODEADO POR MIS AMIGOS AGUSTIN GRIMALDOS, Y MANOLO RAMOS IRANZO
DE IZQUIERDA A DERECHA:
Melchor, Galloso, Grimaldos, Ramos Iranzo, Parrado, Medina, Egea, Alvarez, Palencia, Alfageme, Hontalvilla, Acosta, Ariza, Moreno y Poleo.
DEL FONDO HACIA FUERA: Almarcha, G. Maqueda, Carpio, Lozano, Palacios, Serrano, Ariza y Acosta.Grimaldo enseñándome el plano con el itinerario de Sevilla a San Gregorio (Zaragoza)
Una verdadera reliquia de casi treinta años.
Una parte muy importante de la Reunión, las sufridas esposas de los veteranos artilleros.
Artilleras honoríficas, verdaderas heroinas por tener que aguantar como he dicho, las interminables batallitas de sus maridos. Un cariñoso abrazo para todas, y gracias por vuestra presencia.
A vosotras, no se os supone el valor, como dice la Cartilla o Blanca de vuestros maridos, vosotras teneis el valor acreditado de sobra, y sobre todo la paciencia, por aguantar a estos hombres.
Buen grupito, siempre unidos como reza nuestro himno.
Precioso el dibujo de la camiseta, en la espalda de nuestro querido "antiguo teniente" Ariza.
La sabrosa paella de Agustín Grimaldos ¡Tiembla Alguiñano!