Parece que fue ayer cuando en agosto de 1979 hice mi presentación en el Regimiento de Artillería de Campaña nº 14 de Sevilla. Ya han pasado más de treinta y tres años y recuerdo como el primer día, aquellos veteranos sargentos que nos recibieron. Para mi eran todo un ejemplo a seguir, y de ellos aprendimos con ellos, que el Cuartel no era la Academia, que habíamos entrado en un mundo diferente, un lugar donde tendríamos que llevar a la practica con hombres verdaderos artilleros que cumplían su Servicio Militar, lo aprendido en los libros durante tres largos años. Nos hicieron comprender que el trato humano, la educación, los consejos personales, el saber escuchar los problemas de aquellos hombres que nos llegaban "por obligación" para servir a la Patria, era más importante que toda la teoría memorizada en las aulas de formación castrense. Ellos nos enseñaron que antes que el cañón estaba el artillero. De nada servía saber calcular coordenadas, derivas y ángulos de tiro, si no conocíamos a nuestros soldados.
Podía llenar varias páginas con sus nombre, como Fco. Javier Romero Peña Fco. Caballero Cazorla, Fco. Fernández Martín, Pepe Espina Moreno, Antonio Arenas, Paco Rdguez, Francés, Tomás Navarro Aguirre, Antonio Beltrán, Diego Díaz, Miguel Mellado Moreno, Manuel Lesmes Hinojosa, Francisco Sandoval Rdguez, Enrique Belderrain Díaz, Francisco Lavado Galvarro, y entre ellos, mi entrañable y tristemente fallecido Diego Serrano Jiménez, un extremeño con medio corazón andaluz. Un equipo de profesionales de los que después de tanto tiempo me siento orgulloso de compartir amistad, y de los que tanto aprendí.
Ayer día nueve recibí una fatal noticia, mi amigo Diego Serrano había fallecido. Las noticias aunque esperadas no dejan de ser dolorosas, y aunque todos sabíamos que el final estaba cerca, nos resistíamos a creerlo. No era posible que Diego, Dieguito para los colegas nos dijera adiós cuando hace tan solo unos meses se encontraba repleto de vitalidad y ganas de vivir. Una enfermedad incurable le hizo en poco espacio de tiempo verse en un estado lamentable y terminal. Ni los mismos médicos daban crédito a la lucha incansable por sobrevivir de nuestro compañero. Solo lo achacaban a una gran fortaleza física. ¡Como se ve que no te había conocido Tigre! ¡Nadie sabe mejor que los que te hemos tratado, tu especial carácter. Nunca te diste por vencido, ni en el trabajo ni en la enfermedad.
Cuando me enteré de la gravedad de tu dolencia, acudí al hospital para visitarte. Eso fue pocos días antes de estas Navidades. Te puedo asegurar que aquel que encontré postrado y conectado a cables y tubos no era mi amigo Diego. Aquel al que tomé la mano y acaricié durante una hora, mientras te decía al oído aquí está tu amigo Antonio Lozano. El que me miraba sin verme mientras convulsionabas sin control no era Dieguito, no era el hombretón de ruda voz y campechano que yo conocía. Y me tuve que tragar las lágrimas, ante la incertidumbre de no saber si me veías, si me sentías, si me escuchabas.
Hoy te he vuelto a ver, esta vez para despedirme de ti. He intentado recordar todas las anécdotas vividas en nuestros años de servicio, y me costaba creer que aquel cuerpo inerte que tenía frente a mi fueses tu.
Por eso intento borrar esas imágenes de mi mente y quedarme con la última vez que te vi sonriendo, tal y como tu eras. Fue hace dos años y medio, en agosto del 2010, cuando nos reunimos con nuestros artilleros del RACA 14 y GAAAL II, llegados de todos los rincones de España, para pasar un fin de semana en Sevilla. En aquel encuentro aunque solo fuera por unas horas y mientras almorzábamos, comprobé que seguías manteniendo esa simpatía y seguridad que siempre te han acompañado.
Ayer te fuiste, pero siempre permanecerás en nuestras mentes, porque has sido parte importante en nuestras vidas. Por eso no solo te recordarán los anteriormente mencionados compañeros de promoción, también contarás con el recuerdo de aquellos Artilleros a los que no dejaste solos en su visita a nuestra ciudad. Aquellos que te hicieron recordar infinidad de momentos vividos, hace más de treinta años. Aquellos que estuvieron a tus órdenes y se sienten orgullosos de haberte tenido como jefe. Muchos han sido los que me han llamado lamentando tu marcha, y muchos también los que no han podido reprimir las lágrimas al conocer la triste noticia.
Hoy son muchos los que lloran tu ausencia, como nuestro Furriel Manuel Ramos Iranzo, o Agustín Grimaldos Sevilla, Melchor de la Viña Segura, Emilio Barroso, Antonio Parrado, Braulio Santiago, Carlos Pérez García, Eduardo Moreno Odones, Enrique Álvarez, Fernando Herrero, Jacinto Medina, Jesús Narváez, Jesús Palacios, José Manuel González Maqueda, José María Hiraldo Naranjo, José María Poleo, José Miguel Alfageme, Juan Manuel Hontavilla, Juan Palencia, Julio Martín Almarcha, Ricardo Carpio, Ricardo Egea, Vicente Molina, todos tus queridos artilleros que te acompañaron ese importante día. Todos ellos orgullosos de haber servido en el Acuartelamiento Daoiz y Velarde.
Te has ido, pero la huella dejada será imborrable, amigo DIEGO SERRANO JIMÉNEZ.
¡Descansa en paz compañero!
DIEGO SERRANO JIMÉNEZ
APERITIVO ANTES DEL ALMUERZO
TODOS TUS AMIGOS ARTILLEROS QUE SIEMPRE TE RECORDARÁN