Acude a nuestro blog, el antiguo artillero Valeriano Guerrero Martín, para recordarme una pequeña anécdota de hace veinticinco años, y que a pesar del tiempo transcurrido no ha olvidado.
Asegura que me encontraba de sargento de semana, cuando en la formación del medio día, comuniqué a la Batería, que se había organizado una marcha nocturna para el IIº Grupo, al mando del capitán Pelegrín.
Todo tendría que estar listo para las seis de la tarde, y aseguré que no se libraría nadie.
Los clásicos listillos, comenzaron a intentar escaquearse, y alegaban motivos para no asistir a la marcha, en aquel momento me puse enérgico y dije ¡¡si voy yo, vais todos¡¡
Ordené que solo permanecieran en el acuartelamiento, el cabo cuartel, el cuartelero, el electricista de servicio, un artillero de transmisiones a cargo de la radio, y enlazado con el jefe de la marcha, para cualquier novedad que pudiese ocurrir, y Valeriano Guerrero como conductor de la furgoneta de Mandos, que era el que transportaba a los oficiales y suboficiales libres de servicio, a sus domicilios en Dos Hermanas.
Cuando nos fuimos todos a la marcha nocturna cargados como burros, el cabo, el electricista y Valeriano, estaban en la cantina. El otro artillero se encontraba en el Land Rover, donde estaba instalada la AMPRC 77, por si había alguna incidencia.
Ya anochecido, sobre las ocho, llega corriendo el compañero de transmisiones, avisando que ha recibido un mensaje por radio del Capitán Pelegrín, solicitando el vehículo Land Rover, para recoger y trasladar a un artillero con un ataque de apendicitis y que él no sabe conducir.
En mi afán porque nadie se librara de la marcha, resulta que nombré a un encargado de la radio, pero no al conductor del vehículo donde se encontraba esta, pensando seguramente que el radiofonista sería conductor, o que el vehículo no tendría necesidad de salir. ¡Quién sabe, después de veinticinco años!
Afortunadamente estaba allí mi amigo Valeriano Guerrero, que sin dudarlo, fue corriendo al Oficial de Guardia, a pedir permiso para salir pitando al volante del vehículo hacia la marcha.
Cuando llegó, recuerda perfectamente al capitán y todos los mandos, que esperaban el Land Rover, para evacuar al enfermo, y se acuerda de mi cara de asombro, porque esperaba que el conductor fuese el de la radio, y de tranquilidad al verlo llegar a él, pues fue cuando recordé que el encargado de la radio no tenía cané de conducir.
Mis palabras según él fueron: "Guerrero, llévalo rápido al hospital, y luego me das novedades". A la vez que suspiraba aliviado.
Asegura que desde aquel día, notó por mi parte un trato más cercano hacia él, seguramente como agradecimiento a su iniciativa, al tomar el vehículo sin esperar orden alguna, y llegar al lugar, asegurando que era el conductor nombrado para dicho servicio, cuando solo el y yo sabíamos que no era así.
Aún recuerda que tanto el Cabo 1º Portillo como yo, teníamos fama cuando entrábamos de Semana, de rectos y estrictos. ¡No sería para tanto!
Desde estas líneas te doy las gracias Valeriano, por refrescarme la memoria, y por sacarme de aquel marrón, que te prometo que no recuerdo, pero que creo a pies juntillas, pues la memoria nunca ha sido mi fuerte. ¡Me han ocurrido tantas cosas, en estos treinta y dos años de servicio! Demostraste con tu acción, tener iniciativa y decisión para resolver, cosa muy importante en un artillero.
Un saludo de tu antiguo Sargento Lozano
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