domingo, 29 de noviembre de 2009

LA LEYENDA CUARTELERA DEL ESTOPIN DEL 155/23 ATP M-44


Esta fotografía enviada por nuestro compañero Manuel Bori Fabra, no corresponde con el comentado incidente. Solo sirve para ilustrar el siguiente relato o leyenda.

Cuenta la leyenda cuartelera, que cierto Grupo de un afamado Regimiento de Artillería de España, en enero de 1976 recibe seis piezas del calibre 155/23, modelo M-44, que con otras seis recibidas dos meses después, forman el Grupo de Artillería de Campaña Autopropulsada, conocido con las siglas A.T.P. siendo Jefe del Regimiento un célebre Coronel, de origen sevillano, al que siempre he admirado, aunque nunca pudiese compartir con él, tertulia ni conversación, debido a mi modesta situación de suboficial.

Y como he dicho, he admirado y admiro porque por donde pasó a lo largo de su extensa carrera militar, dejó huella, con su estilo de mando, y llevando por donde ha pasado el nombre de Sevilla y la Artillería, reflejado en innumerables escritos publicados.
Este Coronel tuvo que dejar el mando de la Unidad por ascenso a General de Brigada, poco mese después de la transformación del Grupo de Remolcado a Autopropulsado, sin participar en ejercicio de tiro alguno con las nuevas piezas artilleras.
Es con la incorporación del nuevo Coronel X, cuando el mencionado Regimiento, empieza a denominarse RACA, y en abril de 1977 se traslada a Cerro Muriano, para realizar las primeras EPART (Escuelas Prácticas de Artillería) de la Unidad, anteriormente eran denominadas simplemente maniobras de tiro.
Se dice, que intervinieron los dos Grupos del Regimiento, el Iº con material de 155/23 remolcado, y el IIº con igual calibre autopropulsado.
Los nombres de los mandos también me lo han proporcionado, pero los omito, ante el posible enojo o malestar, por aparecer públicamente, como protagonistas de lo que por entonces fue un grave pero solucionable error, pero con el tiempo ha pasado a convertirse en una divertida anécdota.
Hasta ahí todo normal, ahora es cuando empieza la leyenda, pues solo la voz popular de algunos presentes, pueden afirmar su veracidad. Muchos ya han aportado datos, pero no daré más información, hasta contractarla con otros, que a la espera estoy, de que se pongan en contacto con este amante de la Artillería.
Desde 1966 el IIº Grupo contaba con 12 piezas del 155/23 pero remolcadas, al ser sustituidas estas por el mismo calibre aunque propulsadas, parte del trabajo, y la experiencia servirían, aunque la entrada en posición de estas últimas fuese mucho más rápida.
Y llegó el día, las baterías entraron en su asentamiento, se oía la voz del Jefe de la línea de Piezas, dando la ODV a los sargentos. Pronto la topografía se puso a trabajar dando coordenadas del asentamiento y objetivos. A su vez, los observadores salían disparados hacia sus lugares de corrección del tiro. El FDC, con sus cánevas, sus antiguas calculadoras, reglas, y mapas comenzaban a dar datos. Todo era una marabunta, pero cada cual, conocía su misión a la perfección.
En las piezas el trabajo era frenético, el jefe de pieza, bajaba la trampilla trasera, y ordenaba la preparación de los proyectiles, las espoletas, las cargas de pólvora, y los estopines. ¡Todo tenía que salir a la perfección!
Se escucha una voz por radio: Atención Batería, proyectil rompedor, lote XY, carga 5ª, espoleta a percusión instantánea, pieza directriz un disparo, en eficacia cinco disparos a mi orden. Deriva 2415, ángulo de tiro 408.
El sargento de la pieza directriz, siempre el más antiguo, manda cargar, comprueba como tras haberse colocado la espoleta el proyectil por medio del atacador es introducido de un seco golpe en la recámara. El tirador sosteniendo nervioso “la guita” o tirafrictor, mientras espera a que el sargento compruebe, que los apuntadores en dirección y elevación colocan correctamente el ángulo horizontal con el goniómetro y el vertical con la escuadra de nivel.
Todo listo, y se oye gritar al sargento: ¡carguen!
Los artificieros se aproximan con el “pepino” y con la teja de carga, mientras el cargador lo introducen con el atacador en la recámara, a continuación mete la carga 5ª (cinco saquetes de pólvora). El sirviente de cierre, con fuerza cierra este, y se dispone a introducir el estopín en su alojamiento.
Para los no entendidos que visitan este blog, es estopín es un pequeño artificio de iniciación del fuego, similar a la vaina de un cartucho, cuya misión es propagar el fuego con mucha celeridad, hasta prender a los saquetes de pólvora, cuyos gases impulsan al proyectil a salir por la boca de fuego de la pieza. (Que no se molesten los artilleros por la aclaración, pues todo el que visita nuestro blog, no tiene porqué ser conocedores, del funcionamiento de Artillería).
El sargento, aunque falta el estopín, se adelanta unos segundos, y grita: ¡Pieza directriz apuntada y cargada!
Como iba diciendo el sirviente de cierre, intenta meter el estopín y este no entra para su sorpresa. Mientras se oye la voz del Oficial: ¡Vamos hagan fuego!
El artillero nervioso le dice al Jefe de Pieza: Mi sargento, que esto no entra.
El sargento cabreado, se lo quita de la mano: Trae para acá, con los putos nervios, ya lo pongo yo.
¡Cojones que no entra, que el estopín es mayor que su alojamiento! A lo que se vuelve a escuchar, murmullos en el FDC ¿A qué esperan? ¡Hagan fuego!
¡Pieza directriz interrumpida! Comunica el sargento a sus jefes, que esperaban desde hacía minutos la salida del proyectil.
Para resumir, después de un pequeño revuelo, se dan cuenta, de que el alojamiento del estopín del 155/23 ATP M-44, es diferente y más pequeño, que el que habían estado utilizando durante años, en el 155/23 remolcado. Por lo que si intentaban usar los antiguos estopines, era imposible que entraran.
Un conocido y querido Brigada Especialista Armero, se trasladó a Madrid a toda prisa en el coche oficial del Coronel, expresamente a por los nuevos estopines. El tiro quedó interrumpido hasta dos días después, mientras tanto, tuvieron la suerte de que el enemigo desconocía dicho hecho, y se abstuvo de atacar.
Así me lo han contado algunos protagonistas, todo sucedió dos años antes de mi llegada, por lo que no puedo acreditarlo. Mientras no se demuestre su veracidad, será solo una leyenda más, de las muchas que forman parte de nuestra profesión. Pero si alguien, me pudiese aportar más datos, lo agradecería, pues siempre es bueno recordar, no solo lo bueno, sino aquellos angustiosos momentos, que con el tiempo, solo se convierten en eso, simples anécdotas, para rememorar sonriendo entre amigos y compañeros.

1 comentario:

  1. Es curioso que no haya salido ningún comentario...,con la cantidad de gente que habíamos allí ese día debido más que todo a la expectación surgida por ser el primer tiro del material.

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