
Como te iba diciendo, dicha condecoración, al contrario de lo que tú afirmas, no concede tratamiento de Usía, pues con el de Usted, ya tengo suficiente, y bastante trabajo me ha costado, recibirlo por mis superiores cuando estaba en activo.
Próximamente, escribiré una anécdota al respecto (algún día, me cerrarán el blog, la censura ¡ya se sabe!).
Hoy te dejo una, que me ocurrió el mes pasado, y que te puede valer, para hacerte una idea de cuáles son los derechos que me otorga, la Placa de la R. y M. Orden de San Hermenegildo. ¡Sin comentarios, Juan Luis!
Te agradezco el “detallazo”, de dedicarme un Soneto en tu maravilloso blog, y aprovecho desde aquí, para animar a todos aquellos que deseen leer algo diferente y especial, a que lo visiten.
Y con tu permiso lo reproduzco, comunicando que ha sido extraído de tu blog http://elcapitanescarlata.blogspot.com/
Soneto del Soldado triste
Al Sargento Lozano,... Artillero del Rey
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Amanecer valón, malva florece, frio acero de espada tudesca
que blanca muestra la soldadesca, mientras de la pica guarnece
al soldado que triste obedece, al capitán que caballeresca
EL CASINO MILITAR DE CORDOBA
Me dispuse a pasar un fin de semana, disfrutando de los Patios de mi Córdoba, y con ese fin, me desplacé a ella. Pero al llegar comprobé, como era imposible encontrar alojamiento en pleno mes de mayo. Al pasar junto al Casino Militar, pregunté al funcionario encargado de recepción, quien me atendió educadamente, y después de identificarme, me comunicó que no me estaba permitido pernoctar allí, aunque existieran habitaciones libres. Pensé que se trataba por mi condición de retirado, pero ¡sorpresa!, el motivo era porque soy Subteniente, y como tal, Suboficial, y el mencionado Casino, es para uso exclusivo de Oficiales, ¡¡¡y familiares de estos!!!
En aquel momento, se me ocurrió hacerle la siguiente pregunta: ¿Quiere eso decir, que un presunto traficante de drogas, violador, o asesino, por su condición de hermano de un teniente o capitán, tiene derecho a alojarse aquí, mientras a un subteniente, con toda una vida dedicada a la milicia, en posesión de innumerables felicitaciones y condecoraciones en su Hoja de Servicios, entre ellas, la Medalla de Oro de la ciudad de Córdoba, y la de Andalucía, se le niega la entrada?
-¡No podría explicarlo usted mejor!, me contestó de forma cortés. ¡Así son las normas!
¡Vergonzoso e indignante!, para quien durante más de tres décadas, se ha dejado la salud, en innumerables campos de tiro y maniobras de nuestra geografía, instruyendo a soldados, y a más de un novato oficial.
Mi siguiente pregunta fue: ¿Donde se encuentra el Casino de Suboficiales? por supuesto sabía la contestación: No existe en Córdoba.
Mi mujer que no entiende de estrellas, me mira con cara extrañada. ¡Como le explico yo, que no nos podemos tomar un café en un Casino Militar! ¿Quién coño es mi marido? se preguntará. Hundido más que indignado, me marché a tomarme el dichoso café en el bar (“civil” por supuesto) de la esquina.
Después de esto, no estaría de más, el cambio de nombre de “Casino Militar”, por el de “Casino de Oficiales”, pues es totalmente engañosa su denominación, ya que el término militar, engloba desde el soldado hasta el general, y sin embargo, aunque vistamos el mismo uniforme, no todos gozamos de iguales privilegios.
Se, que con estas palabras, me ganaré la enemistad de muchos oficiales conservadores y rancios (a los que por cierto, no deseo como amigos), que verán en ellas peligrar, esos derechos adquiridos en detrimento de “compañeros”, e impropios de la época actual. Pero por otro lado, seguro estoy, de que me granjearé el apoyo, comprensión y simpatía, de parte de la oficialidad moderna, y por supuesto de los suboficiales, y de la tropa profesional, cuyo beneficio es el que realmente me importa.
Antonio Lozano Herrera
Subteniente del Ejército Español
“Como habrás podido comprobar amigo “Capitán Escarlata”, nada más lejos que pretender tener tratamiento de usía, pero por lo menos con mis años de servicio, y demostrada profesionalidad, ¡qué menos que permitírseme alojarme, donde lo hace el hermano “civil” de un teniente, o tomar un café donde lo hace el amigo “civil” de un capitán. ¿Es tanto lo que pido? ¡Se me permite la entrada, como amigo de un oficial, pero nunca por mi condición de suboficial! ¿Alguien entiende eso?
¡El maldito y trasnochado clasismo en nuestras Fuerzas Armadas! Por mucho Caballero que sea de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, en sus diferentes categorías de Cruz, Encomienda, y Placa, por muchas Medallas al Mérito Militar, por muchas Medallas de Naciones Unidas en Misiones de Ayuda Humanitaria en el extranjero, a las cinco puntas de la estrella de este humilde suboficial, se le seguirán cerrando puertas en nuestro Ejército, las mismas que cruzan otros, que ni siquiera visten ni han vestido el honroso uniforme caqui.”