Dadme dos líneas escritas a puño y letra por el hombre más honrado, y encontraré en ellas motivo para hacerlo encarcelar.
Henry David Thoreau (1817-1862) Escritor, poeta y pensador.
lunes, 25 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
DEDICADO A MI ARTILLERO DEL 79-80 MANUEL BORI FABRA
Fotografía enviada por mi antiguo artillero Manuel Bori Fabra, recordandome aquella Guardía Especial del 27 de febrero del 80 (víspera de las votaciones para la Autonomía de Andalucía), en los deposítos de la depuradora de aguas del Aljarafe, en la localidad sevillana de Olivares.
Mi querido Land Rover, ¡cuantas "vueltas" dimos aquel día juntos!
jueves, 21 de enero de 2010
CONMEMORACIÓN DE "LA LAUREADA COLECTIVA" A LA 4ª BATERÍA DEL REGIMIENTO DE ARTILLERÍA DE CAMPAÑA Nº 14
Fotografía enviada por nuestro antiguo comandante Barón Rojas-Marcos, en la que se aprecia junto a sus cuatro hijos varones Marcos, Rafael, Fernando, y Gonzalo.
Se trata de una celebración de la Concesión de la Laureada Colectiva a la 4ª Batería en el RAAA 74, cuando se encontraba al mando del Regimiento, el Coronel don Juan Esteban Berasategui. Previo permiso del Jefe de la Unidad, llevó a sus hijos a dicho acto, ya que el Regimiento artillero de El Copero, recogió el historial de nuestro desaparecido RACA 14.
El mencionado Coronel, ofreció a sus hijos el honor de portar la corona de laurel, como homenaje a los Caídos, ante el monumento erigido a estos.
Me comenta que después de ese año, la autoridad (?) que fuera, o el Coronel correspondiente que aspiraría a más, decidieron que hay que olvidar, aquello tan poco patriótico de una guerra, así como las gestas de los combatientes, incluso la de aquellos que motivaron tan alta Condecoración. Desde entonces, no se ha vuelto a celebrar.
Esto sucedió cuando el Coronel Esteban fue sustituido en el mando del Regimiento, por su ascenso a General, pasando a mandar, las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra.
Gracias mi Comandante, por sus aportaciones en forma de fotografías y comentarios a este blog.
PD. Para aquellos que no lo sepan, aunque este que escribe siga llamando Comandante a D. Fernando Barón Rojas-Marcos, pasó a la reserva, y posteriormente a retirado, con el empleo de Coronel. Pero para mí siempre será, mi querido y admirado Comandante de finales de los setenta, al igual que yo para él, su Sargento Lozano de aquella lejana y recordada época.
martes, 12 de enero de 2010
A MI MAESTRO ANTONIO SOSA BENITEZ
Sigo pensando que soy un nostálgico empedernido, que me emociono fácilmente, pero no me arrepiento, las lágrimas están para que corran por nuestro rostro, y no para tragárnosla aparentando con ello ser más hombre.
Hoy me he sentido afortunado, gracias amigo, compañero y profesor Antonio Sosa Benítez, por tu comentario en nuestro blog artillero, en el apartado que un día te dediqué, pues ha sido el mejor regalo que sus majestades los Reyes Magos, me podían dejar este año.
Te podría haber contestado con otro comentario, pero tú te mereces un capítulo entero maestro. No tienes nada que agradecerme, muy al contrario, somos aquellos que tanto aprendimos de ti, de tu enorme corazón, de tu compañerismo, y de ese humor que siempre te acompañaba, los que tenemos que sentirnos agradecidos, por contar con tu valiosa e impagable amistad.
Si hay algo bonito en esta vida, es sentirse orgulloso de algunos amigos. Y ese es mi caso contigo. El hecho de que tu afirmes públicamente que me consideras amigo, ya es para mí todo un honor querido Antonio.
Te aseguro, que lo que escribí referente a ti, lo hice con el alma, con el corazón, y después de publicarlo, sentí un vacío, por no poder haber encontrado las palabras adecuadas para definirte. ¡Pero es tan difícil, explicar quién es en realidad, D. Antonio Sosa Benítez!
Para los que no te conocen, que no saben lo que se han perdido, les diré que eres toda una institución dentro del RACA 14, y sin necesidad de lucir las bombetas artilleras, has demostrado durante tu época en activo, y seguro que aun lo sientes, que eres más artillero que muchos que presumimos a diario de serlo.
Aquel II Grupo del 14 artillero, como bien dices, era una piña, un equipo de personas y material, verdaderos profesionales de la milicia, donde cada uno sabía su sitio. Éramos una máquina perfectamente engranada, para funcionar a la perfección, como así lo demostramos en numerosas salidas a maniobras, por muchos campos de ESPAÑA. Y eso en gran parte te lo debemos a ti, a tu trabajo, a tus ánimos. Eras un maestro desmontando y engrasando cierres de pieza, además de fusiles, lanzagranadas, ametralladoras, no había armamento que se te resistiera. Siempre me pregunté, como nunca te sobraban tuercas y tornillos, a la hora de volverlos a montar. Recuerdo cuando homogeneizábamos los goniómetros, los ratos con mis compañeros antiguos de los que siempre he aprendido, como Francisco Caballero, Javier Romero Peña, Diego Díaz, Damas, Navarro, Solís, y tantos otros.
Como bien dices, existían aquellos mandos, que hacían posible que el Grupo llegara a ser lo que fue. Algunos no dudan en dar la cara, y aportar datos y anécdotas para engrandecer este blog, otros por desgracia, y cuya actitud respeto, aunque no comparto, optan por permanecer en el anonimato, aun a pesar de insistirles, para que comenten y aporten datos, manteniéndose al margen, a pesar de lo mucho que con sus conocimientos y vivencias, podrían ofrecer a este blog.
Es cierto que vivimos muchas satisfacciones, y en nuestra mente existen innumerables historias para contar. ¡Qué gran razón tienes, cuando aseguras que fue una suerte contar con el Comandante Barón (hoy coronel retirado), pues con el paso de los años, se da uno cuenta de la huella que dejan algunas personas, aunque el tiempo compartido con él, fuese solo de cuatro años. Ha demostrado que sigue siendo un señor, tanto en sus comentarios públicos, como en los correos privados que de él recibo. ¡Y pensar que cuando se acercaba por los hangares, siendo yo un sargento novatillo, me echaba a temblar! Lo recuerdo con sus pantalones de paseo, su chupita de faena color garbanzo, y su gorro cuartelero, llamado de barco. Por descontado que era, el que más sabía de artillería del Regimiento, pero como digo siempre, la vida no es justa, y la prueba es que hubiese sido un gran General. ¡Cosas de política!
Bueno Antonio, ahora voy a dirigirme directamente a ti, para decirte que aunque te encuentres mal, aunque estés enganchado a una máquina que te hace funcionar, cuando siempre has sido tú, el que las has hecho funcionar a ellas, cuando no te encuentras bien emocionalmente, es cuando quiero ver aquel brigada que conocí en el 79, aquel compañero que me insuflaba ánimo, confianza, y amor por el trabajo. El que me enseñó a luchar, a reír, a saborear la verdadera amistad y compañerismo. Quiero recordar a aquel amigo que con sus chistes, bromas y coplas, mantenía unido a todo un Grupo de Artillería, además de hacernos más amenas las tertulias, en las frías noches de maniobras o instrucción nocturna.
Por supuesto que Santa Bárbara te ayudará a encontrar ese riñón que necesitas, ¿cómo se iba a olvidar de ti, aquella que siempre ha estado a tu lado durante tantos años, la que ha escuchado tus rezos cada 4 de diciembre, nuestra excelsa Patrona? Siempre estará contigo, muy cerca de ti dándote amparo, y doy por hecho que la recuperación será pronta.
Y volverás a reír, y a contagiarnos con tu ilusión por la vida. No te quepa duda, que en cuanto pueda, te busco para darte ese abrazo que tanto anhelo. ¡Ánimo campeón!
Gracias maestro, ¡que orgulloso me siento de tenerte como amigo!.
PD. A los posibles altos mandos que puedan leer este blog, les diré, que el Ejército, la Artillería, y el Regimiento de Artillería de Campaña nº 14, tienen una gran deuda contigo. Por ello, acogiéndome a nuestra particular “Memoria Histórica Militar”, sigo solicitando, que se le imponga tu nombre, a alguna calle, plazoleta, taller, o edificio de El Copero. Espero que muchos de los que te conocen, y sabedores de tu gran labor, se hagan eco de mi petición.
Hoy me he sentido afortunado, gracias amigo, compañero y profesor Antonio Sosa Benítez, por tu comentario en nuestro blog artillero, en el apartado que un día te dediqué, pues ha sido el mejor regalo que sus majestades los Reyes Magos, me podían dejar este año.
Te podría haber contestado con otro comentario, pero tú te mereces un capítulo entero maestro. No tienes nada que agradecerme, muy al contrario, somos aquellos que tanto aprendimos de ti, de tu enorme corazón, de tu compañerismo, y de ese humor que siempre te acompañaba, los que tenemos que sentirnos agradecidos, por contar con tu valiosa e impagable amistad.
Si hay algo bonito en esta vida, es sentirse orgulloso de algunos amigos. Y ese es mi caso contigo. El hecho de que tu afirmes públicamente que me consideras amigo, ya es para mí todo un honor querido Antonio.
Te aseguro, que lo que escribí referente a ti, lo hice con el alma, con el corazón, y después de publicarlo, sentí un vacío, por no poder haber encontrado las palabras adecuadas para definirte. ¡Pero es tan difícil, explicar quién es en realidad, D. Antonio Sosa Benítez!
Para los que no te conocen, que no saben lo que se han perdido, les diré que eres toda una institución dentro del RACA 14, y sin necesidad de lucir las bombetas artilleras, has demostrado durante tu época en activo, y seguro que aun lo sientes, que eres más artillero que muchos que presumimos a diario de serlo.
Aquel II Grupo del 14 artillero, como bien dices, era una piña, un equipo de personas y material, verdaderos profesionales de la milicia, donde cada uno sabía su sitio. Éramos una máquina perfectamente engranada, para funcionar a la perfección, como así lo demostramos en numerosas salidas a maniobras, por muchos campos de ESPAÑA. Y eso en gran parte te lo debemos a ti, a tu trabajo, a tus ánimos. Eras un maestro desmontando y engrasando cierres de pieza, además de fusiles, lanzagranadas, ametralladoras, no había armamento que se te resistiera. Siempre me pregunté, como nunca te sobraban tuercas y tornillos, a la hora de volverlos a montar. Recuerdo cuando homogeneizábamos los goniómetros, los ratos con mis compañeros antiguos de los que siempre he aprendido, como Francisco Caballero, Javier Romero Peña, Diego Díaz, Damas, Navarro, Solís, y tantos otros.
Como bien dices, existían aquellos mandos, que hacían posible que el Grupo llegara a ser lo que fue. Algunos no dudan en dar la cara, y aportar datos y anécdotas para engrandecer este blog, otros por desgracia, y cuya actitud respeto, aunque no comparto, optan por permanecer en el anonimato, aun a pesar de insistirles, para que comenten y aporten datos, manteniéndose al margen, a pesar de lo mucho que con sus conocimientos y vivencias, podrían ofrecer a este blog.
Es cierto que vivimos muchas satisfacciones, y en nuestra mente existen innumerables historias para contar. ¡Qué gran razón tienes, cuando aseguras que fue una suerte contar con el Comandante Barón (hoy coronel retirado), pues con el paso de los años, se da uno cuenta de la huella que dejan algunas personas, aunque el tiempo compartido con él, fuese solo de cuatro años. Ha demostrado que sigue siendo un señor, tanto en sus comentarios públicos, como en los correos privados que de él recibo. ¡Y pensar que cuando se acercaba por los hangares, siendo yo un sargento novatillo, me echaba a temblar! Lo recuerdo con sus pantalones de paseo, su chupita de faena color garbanzo, y su gorro cuartelero, llamado de barco. Por descontado que era, el que más sabía de artillería del Regimiento, pero como digo siempre, la vida no es justa, y la prueba es que hubiese sido un gran General. ¡Cosas de política!
Bueno Antonio, ahora voy a dirigirme directamente a ti, para decirte que aunque te encuentres mal, aunque estés enganchado a una máquina que te hace funcionar, cuando siempre has sido tú, el que las has hecho funcionar a ellas, cuando no te encuentras bien emocionalmente, es cuando quiero ver aquel brigada que conocí en el 79, aquel compañero que me insuflaba ánimo, confianza, y amor por el trabajo. El que me enseñó a luchar, a reír, a saborear la verdadera amistad y compañerismo. Quiero recordar a aquel amigo que con sus chistes, bromas y coplas, mantenía unido a todo un Grupo de Artillería, además de hacernos más amenas las tertulias, en las frías noches de maniobras o instrucción nocturna.
Por supuesto que Santa Bárbara te ayudará a encontrar ese riñón que necesitas, ¿cómo se iba a olvidar de ti, aquella que siempre ha estado a tu lado durante tantos años, la que ha escuchado tus rezos cada 4 de diciembre, nuestra excelsa Patrona? Siempre estará contigo, muy cerca de ti dándote amparo, y doy por hecho que la recuperación será pronta.
Y volverás a reír, y a contagiarnos con tu ilusión por la vida. No te quepa duda, que en cuanto pueda, te busco para darte ese abrazo que tanto anhelo. ¡Ánimo campeón!
Gracias maestro, ¡que orgulloso me siento de tenerte como amigo!.
PD. A los posibles altos mandos que puedan leer este blog, les diré, que el Ejército, la Artillería, y el Regimiento de Artillería de Campaña nº 14, tienen una gran deuda contigo. Por ello, acogiéndome a nuestra particular “Memoria Histórica Militar”, sigo solicitando, que se le imponga tu nombre, a alguna calle, plazoleta, taller, o edificio de El Copero. Espero que muchos de los que te conocen, y sabedores de tu gran labor, se hagan eco de mi petición.
miércoles, 6 de enero de 2010
A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR
A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR
Este y mi lema y el juramento que un día realicé, en mi Academia de Suboficiales leridana, promesa que llevaré a la práctica, por mucho que a algunos nacionalistas e independentistas, definan la frase como agresiva y provocadora”.
El lema solo molesta, a quien permanentemente va acompañado por el odio, el recelo, el desprecio, y la fobia a la palabra ESPAÑA. Aquellos que saben, que no se trata solo de una frase, o simple leyenda. «A España servir hasta morir» es una vocación, y un juramento o promesa inalterable, que nunca será arrancado, del corazón y el espíritu de nuestros militares.
"Fotografía: Copyright Portal ASASVE"
AQUEL CAMARERO PESADO
Imagen de una vieja taberna, parecida a la de mi "amigo" el camarero pesado
Es costumbre en la opinión popular, pensar que el objetivo de todo militar debe ser el ascenso. En pocas profesiones, salvo en grandes empresas y a cambio de una competitividad agresiva, se da tanta importancia a ir acumulando galones y estrellas, como en el caso de los que visten de caqui. Son muchas las veces que me acuerdo de mi padre, un hombre conformista que empezó como administrativo en una conocida bodega cordobesa, y se jubiló de administrativo, sin que nadie a lo largo de su vida, le preguntara si había ascendido o no. Nunca se sintió frustrado, por acabar su vida laboral, con la misma categoría profesional que la empezó.
Este preámbulo, viene a colación de una anécdota, que me sucedió allá por principios de los ochenta, y que duró hasta bien entrado los noventas, cuando la paciencia alcanzó su límite, y tuve que colocar en su lugar a cierto personaje.
Recuerdo que cuando al salir de sargento en el 79, con apenas 21 años, cada ocasión que teníamos mi esposa y yo, la aprovechábamos para visitar a la familia desplazándonos desde Sevilla a Córdoba en tren, ya que por aquel entonces aun no tenía coche, ni poder adquisitivo para comprarlo.
Durante esos días de permiso o fin de semana, solía esperar a mi padre, a que llegara del trabajo en el autobús de las catorce quince, en un bar próximo a su domicilio, para tomar una caña de cerveza antes de comer.
El camarero (omito el nombre por respeto, y porque ya falleció hace algunos años), cada vez que me veía, solía preguntarme con cierto toque de ironía y cachondeíto delante de la clientela, si había ascendido ya, cuando apenas si llevaba dos años de sargento. Yo le contestaba que no, que la cosa no era tan fácil, y que tampoco me obsesionaba el ascenso, cuando lo que primaba, era mi destino en el RACA 14, y mi familia.
Pasaron los años, y cada vez que iba a dicho bar, me hacía la misma pregunta, hasta que un día de julio del 87, le dije que ya era sargento 1º, su contestación fue: ¡Ocho años para eso! Yo guardé silencio.
Más tarde en el 92, a una de sus idénticas preguntas, le contesté que ya era brigada, y me contestó, que con mi edad los había ya comandantes. Yo seguía guardando silencio.
Marché a Bosnia en el 94, y a la vuelta, me atacó con la misma interrogante: ¿Qué eres ya Lozano? ¿Ya serás capitán? ¿No?
Yo le dije, que seguía siendo brigada, a lo que delante de mi padre me contestó: ¿Ni por méritos de “guerra” asciendes? ¡Ya debes de ser torpe!
En aquel momento, y con algunos tertulianos pendientes de nuestra conversación, le dije algo así:
Mira chaval (a pesar de que pasaba de los cincuenta, y peinaba canas, además de una prominente calva), ya me tienes un porquito "jarto". Cuando te conocí, yo era casi un niño, me fui voluntario al Servicio Militar de Recluta, juré Bandera y fui Soldado, luego ascendí a Cabo, más tarde a Cabo 1º (¡de los de entonces!), ingresé en la Academia de Suboficiales, y después de tres años de duras prácticas e intensos estudios, y sin que nadie me regalara nada, conseguí mis galones de Sargento, luego con la experiencia ascendí a Sargento 1º, y posteriormente a Brigada, y acabo de volver después de siete meses, de la guerra de los Balcanes de Casco Azul, intentando llevar la paz a un pueblo que sufre, y realizando labores de Ayuda Humanitaria a los necesitados, niños, mujeres, y ancianos.
Tu sin embargo, cuando te conocí hace casi treinta años, despachaba vino y cerveza, desde detrás de la misma vieja barra donde la sirves ahora. Vestías el mismo sucio delantal, barrías el local, con parecida escoba a la que lo haces en la actualidad, con la diferencia, que mientras yo instruyo diariamente a cuarenta hombres, que trabajan con ilusión, y me hacen sentir realizado, tú tienes que aguantar cada noche a cuarenta borrachos, hasta que te marchas a casa malhumorado, y creo que no muy satisfecho.
Pero a pesar de todo, siempre te he respetado, no poniendo nunca en duda tu capacidad e inteligencia, y suponiendo que si no prosperabas, no era por motivos de torpeza, ni porque fueses un inútil, sino porque era lo mejor y más cómodo para ti y tu familia. Nunca te he preguntado, porqué a pesar de los años, no has llegado a jefe, ni siquiera a encargado, ni porqué no eras capaz de poner un negocio propio, o porqué seguías limpiando mesas día tras día, mes tras mes, año tras año.
Así que ya sabes, si quieres saber lo que soy, y para que no tengas que seguir preguntando cuantas estrellas llevo, te diré que soy militar y punto. ¡Te queda claro!
Creo que ese día, mi padre se sintió orgulloso de mí, y me gané el respeto de algunos clientes y vecinos. Nunca más se le oyó preguntar a aquel camarero de tasca, por mi posible ascenso.
Anécdotas tarbernarias y cuarteleras
Subteniente de Artillería
Antonio Lozano Herrera
HISTORIA DE UN DIA DE ENCUENTROS
Mi amigo Ricardo Carpio Verdú, junto a su antiguo sargento Lozano del RACA 14
¡treinta años después! (30-12-2009)
Esta mañana (día 30 de diciembre), quedé con mi gran amigo y antiguo artillero del 79 (casi ná) Ricardo Carpio Verdú. Hemos vuelto a vernos después de un tiempo, porque me apetece hablar con personas educadas, esas que saben escuchar, y porque tenía que devolverle aquellas nostálgicas fotografías, que me entregó hace tiempo, junto a su Cartilla de Licenciamiento (la famosa blanca), y que colgué en el blog. Gracias Ricardo, porque me has demostrado, que los amigos son aquellos que comparten tus problemas, ¡y como comentamos! los que están a tu lado cuando los necesitas, y no cuando pagas una ronda en cualquier taberna. Te puedo asegurar, que ha sido un día especial, yo te he enseñado algunos lugares de nuestro pueblo, y algunas anécdotas de él que desconocías, y tú me has demostrado, que la vida merece la pena vivirla, a pesar de lo injustamente que veces nos trata. ¡Y tu mejor que nadie, tienes la experiencia, y puedes hablar en primera persona, de lo que es luchar y plantarle cara, a esta extraña existencia. También aprovecho para decirte Rocío, aunque no te conozca personalmente, que me perdones por robarte a tu marido gran parte del día, pero es que personas como mi antiguo artillero Carpio quedan pocos. Gracias Ricardo, porque durante muchas horas, me has transportado al pasado, llevándome a ese RACA 14 de 1979, que tanto añoro, y que lentamente veo morir.
Luego, y tras despedirnos, caminaba solitario, y al pasar junto a un edificio, he recordado que en cierta ocasión, mi antiguo Comandante Barón, me aseguró que allí vivía uno de sus hijos. Y me he dicho, ¿por qué no conocerlo y saludarlo?
Cuando estaba buscando su nombre en los buzones, entró un joven con algunos pequeños, y le pregunté si conocía algún vecino que se llamara Barón. Algo sorprendido, me dijo que él era Marcos Barón, y al momento me reconoció. Supo que era yo, el antiguo sargento de su padre, el autor del blog “Sevilla y la Artillería”, y me atendió de forma exquisita. Como soy de lágrima fácil, me emocioné, y solo acerté a decirle, que debía sentirse muy orgulloso de su padre, pues pocas personas durante toda mi vida militar, habían dejado mayor huella en mí, que mi antiguo Comandante D. Fernando Barón Rojas-Marcos, de finales de los setenta. Fueron escasos los minutos así como las palabras que intercambiamos, pero las suficientes para comprobar, que la educación, la clase, y el respeto se transmite de padres a hijos, y me marché sabedor de haber tenido el honor, de estrechar la mano de un caballero, hijo de un excelente artillero, y nieto de un ilustre laureado.
Luego llegué a casa, mi pobre perrita había estado sola todo el día, y necesitaba salir para hacer sus “cosillas”. La llevé al parque, y a la vuelta, me dispuse a dar un paseo por el pueblo. Ya estaba anocheciendo, y al pasar junto a una cafetería, observo como sale de ella una persona conocida. Sé que podía haberme cruzado con él, sin necesidad de abrir la boca. Incluso puede que no fuera el momento, pero un impulso de nostalgia, y de inolvidables recuerdos de un tiempo que compartimos, me animó a saludarlo. Además mi padre siempre decía que el saludo no se le debe negar a nadie, y menos sin motivos, aunque después de hacerlo, aun me pregunto, ¿porqué leche, le sigo haciendo tanto caso, a los consejos de mi padre?
- ¡A sus órdenes mi General!, ¡felices fiestas!
Se me queda mirando, y sin reconocerme ni acertar a decir mi nombre, algo desconcertado me contesta: ¡hola, que tal!
- Pues mire regular.
Apenas pude pronunciar alguna palabra más, cuando solo se le ocurre decirme: “vale, sigue paseando”. Ni como te va la vida, ni donde estas destinado, ni dónde vives, ni que tal la familia, ni pregunta alguna profesional ni personal, que mostrara interés alguna hacia mi persona.
- ¡No mi general! Ese hombre que se le acercó, no iba a pedirle limosna, ni siquiera a desahogarse con usted, aunque bien que lo necesita. Ese hombre, iba a desearle una feliz Navidad, junto a toda su familia, y a decirle, que se sentía orgulloso, de haber servido a sus órdenes, hace ya muchos años, cuando usted apenas era un joven oficial superior.
¡”Vale, sigue paseando”!, ¿a mí?, ¿porqué? ¿Porque llevo una coleta y un pendiente en la oreja?, ¿Porqué visto una camiseta gastada, en la que pone “GSTAAD” mighty gstaad chateau-d´oex, switzerland 1975, ¡Que no sé, ni qué coño significa!, y no un chaquetón de marca como usted? O ¿porque a pesar de sentirme más militar que muchos que presumen de estrellas, no pasé de ser un modesto suboficial, de academia pero chusquero y a mucha honra, y no uso su estilo de ropa, ni domino idiomas como usted, aunque a patriotismo y compañerismo, no haya quien me gane?
También pudiera ser que fuera, porque en lugar de ir con mi esposa, iba tirando de una correa que llevaba una perrita al final.
Mire mi general, seguramente mientras enfilaba el camino a su casa, se preguntaría quién demonios era, ese personaje que se atrevió a saludarle. Ese de la camiseta raída, sin paraguas bajo la lluvia, de larga melena blanca y encoletada, con aire desaliñado, y arete dorado en el lóbulo de la oreja.
¡Yo se lo voy a explicar! Era el mismo que en el 94, le cubría las espaldas, en muchas de sus salidas por las siniestras calles de Mostar. Aquel Brigada que se apuntaba voluntario, para cada misión fuera del Destacamento, aun sabedor del riesgo que corría. El que siempre se ha sentido orgulloso, de vestir igual uniforme que usted (aunque con alguna estrella menos). El mismo que por su comportamiento, recibió la Medalla de la ONU, y a su regreso a España la Cruz Militar con carácter extraordinario, por su labor en Bosnia-Herzegovina. El que adorna una de las salas de su casa, con la Cruz, Encomienda, y Placa, de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
¡No mi general!, con todo el respeto que como superior me merece, no se le puede decir a un compañero en fechas tan señaladas, y cuando le está intentando contar sus angustiosos problemas, “¡Vale sigue paseando”! Ante la duda, es preferible preguntar si la memoria nos falla ¿quién eres?, ¡Cuánto has cambiado!, a darle la espalda, animándole a proseguir su camino. Le repito, que aunque no me haya reconocido, no soy un pordiosero o vagabundo, con todo el respeto que los “sin techo” me merecen. Soy el brigada que en marzo del 94, me embarqué en aquella arriesgada aventura con la Agrupación Táctica Córdoba, rumbo a la antigua Yugoslavia. El que durante siete meses, compartió preocupaciones, además de comida, y muchas horas de trabajo con usted. Se ve que los años, a algunos nos ha tratado peor, dejándonos más cicatrices y huellas físicas y psíquicas.
No le guardo rencor, ¡quién sabe, si yo hubiese actuado igual siendo general! Ya se sabe, cada uno pertenece a una clase y círculo social diferente. También pudiera ser, que me pillase “bajo de defensas” y algo susceptible, esclavo de estos malditos bajones anímicos que me persiguen, y mi mente haya magnificado el encuentro. Por eso mi interés con estas letras, es tan solo refrescarle la memoria, por si al llegar a su domicilio, aun seguía preguntándose, quien leche era aquel individuo, que tuvo la osadía y el atrevimiento de estrecharle la mano, y desearle feliz Navidad.
Pero no se preocupe mi general, a pesar de todo, y como buen militar ¡seguiré estando a sus órdenes, y orgulloso de haber compartido, una importante etapa de mi vida con usted!
¡Feliz Navidad, y un dichoso 2010 mi general!
Subteniente de Artillería
Antonio Lozano Herrera